Hace días que no escribo, y no es por falta de ganas, si no de tiempo jajajaja
El último artículo que os explicaba un poco la evolución de mi pequeño, terminaba en los 7 meses aproximadamente. A partir de ahí muchas cosas fueron cuesta abajo, crisis de ansiedad nocturnas todos los días, al principio lo intentábamos calmar y cuando dejaba de gritar asustado, con un biberón de leche caliente con cola cao se calmaba el resto de la noche, al menos durante un poco de tiempo.
Si a los gritos por el día le sumas los de la noche, esta casa parecía una jaula de grillos. Al poco tiempo lo del biberón dejó de funcionar, y como cada vez se despertaba gritando más y más angustiado, todavía nos costaba más dormirlo, por que podía estar gritando sin parar hasta 2 o 3 horas de lo mal que se ponía. Ya por desesperación probamos una noche a meternos con el en la bañera con agua caliente y después de mucho rato empezaba a dejar de gritar, Milagro¡¡¡¡ el agua lo calmaba¡¡¡¡ pero nuestro gozo se metió en el pozo por que también poco le duró. Al final nos dimos cuenta que había que intentar algo nuevo, y aunque se nos partía el alma, no nos quedó más remedio que abrazarlo cuando se ponía así para evitar que se moviera y eso le funcionó también durante un tiempo.
Debemos tener en cuenta que para el, un estímulo por pequeño que sea para nosotros el lo ampliaba y no era capaz de asimilarlo. Sencillamente no lo entendía, no entendía lo que le rodeaba, ni sus reglas… Casi no hablaba, y lo que hacía como mucho era repetir palabras o frases que escuchaba, lo que se conoce como ecolalia inmediata o tardía. Además que si le dabas una orden o explicación tenía que ser de una forma determinada, si no te miraba y te decía SI, pero no se movía.
Resumiendo desde los 7 meses hasta los 3 años fue un ir y venir de médicos, terapias, crisis continuas, no dormir, hiperactividad, autolesiones, pocas palabras, mucha cabezonería, todo había que hacerlo de una forma determinada, decírselo de una forma determinada, dejarle su espacio y tiempo para centrarse… Eso si, es un niño listo no, listísimo y que ha aprendido a camelarse a cualquiera. Ya con el diagnostico de TEA o TGD NE, empezamos con la medicación, el RISPERIDAL, que al menos para Alejandro es mano de santo, por que le ayuda un poco a estar más centrado, pero lo más importante es que duerme casi toda la noche. Sigue leyendo →